En aquel lugar, el calor se hacía
insostenible, me sentía pegoteada y apretada; las sensaciones fluían por mi
cuerpo, nada era como había pensado. Aquello que muestran en la televisión no
se parecía en nada a mi realidad.
Sentí un pequeño mareo, quizás porque
no estaba acostumbrada a esas nuevas sensaciones que estaba experimentado, después
de todo, era mi primera vez. No me podía contener, y en algunos momentos sentía
como el oxigeno se agotaba; pero nada podía hacer, tenía que terminar con lo
que había empezado, debía llegar al final. Un final que aun no tenía claro.
Sentí una mano fría en mi
espalda. Y una mirada oculta entre las sombras, me avisaba que mis expresiones
faciales eran una exageración para ser la primera vez.
Las luces jugaban volviendo oscura la realidad, mas la música ambiental hacía confortable este pasaje de mi vida. De pronto, uno brazos cobijaban mi cintura, y una respiración al oído me comenzaba a desesperar. Con una voz dulce escuché, - señorita – y las manos que apretaban mi cintura de pronto me movían bruscamente y el dueño de aquellas manos me dijo nuevamente – señorita, baje, está estorbando, ya llegamos a su estación – y así fue como finalicé mi primer viaje en metro.
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